El Arq. Daniel Silberfaden, Decano ?y creador- de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Palermo, dejó una huella indeleble en nuestro programa. Altruista, idealista, soñador, luchador, emprendedor, creador. La simpleza de su pensamiento sólo puede anidar en mentes complejas.
Es ya una frase eternamente inmortalizada aquella que reza lo siguiente: ?Las personas más talentosas son, casi siempre, las más humildes?. Daniel Silberfaden comenzó su carrera en la arquitectura con sólo una certeza: su gusto por el dibujo. Así, el trazo azaroso del lápiz que dio inicio a su vida profesional lo depositó en el circuito ciclópeo de su ?honesta e ininterrumpida- carrera.
Sus sentencias no hicieron más que confirmar la firmeza del sello distintivo y de las condiciones más íntimas que gobernaron su derrotero en el sector que lo vio crecer. ?La arquitectura mejora la vida del hombre y puede hacer un mundo mejor. Ella, junto a la ingeniería, son creadoras de casi todo?. Para él, su profesión desempeña muchas tareas, pero una se destaca sobremanera: ?La arquitectura mejora la vida del hombre y puede hacer un mundo mejor?. Contundente. Categórico.
Está claro que, dentro de su rubro, la creación de la ciudad se yergue como la construcción más trascendente del hombre. Por supuesto que, junto al devenir de las imágenes que acompañaron el trayecto de la evolución citadina y la cadencia de los sonidos que viajaron junto a las urbes, muchos valores cedieron ante su fastuosidad. ?La ciudad debe recuperar el cuidado público, el cuidado del chico que camino sólo sin que nadie le pregunte dónde están sus padres. Debemos recuperar el sentido de comunidad?. Porque, en definitiva, la ciudad sólo tiene sentido cuando en ella arraiga una idiosincrasia compartida. Sólo así.
El sueño de la ciudad perfecta no es un idilio ni una utopía dionisíaca. Pero claro, frente al contexto actual, es aún un sueño. Y ya sabemos lo que decía Calderón de la Barca a través de Segismundo?